John Birkelund llegó a Dillon Read en Septiembre de 1981. Nacido en Glencoe, Illinois, se graduó en Princeton y luego se unió a la Marina, donde llevó a cabo su servicio en la Oficina de Inteligencia Naval de Berlín. Mientras tanto, en Europa se hizo amigo de Edward Stinnes, quien lo contrató – después de haber tenido una corta experiencia laboral con Booz Allen en Chicago– para trabajar con la familia Rothschild, considerada como una de las más adineradas del mundo, si no la más rica de todas [10]. El comenzó en la Amsterdam Overseas Corporation, que trasladó su negocio de capitales de riesgo a New Court Securities con Birkelund como co-fundador. New Court era propiedad de los bancos Rothschild en París y Londres, así como de Pierson Heldring Pierson en Amsterdam y de sus propios gerentes. Entre sus proyectos exitosos se encontraban Cray Research – la empresa que inventó los computadores altamente avanzados que llevan este nombre- y Federal Express, la compañía de envíos con sede en Memphis, Tennessee [11].
Un reportaje de la revista Time, publicado en Diciembre de 1981, bajo el título de “The Rothschilds Are Roving” (“Los Rothschild van de un lado a otro”), describe la decisión que tomaron los Rothschild franceses – en respuesta a la nacionalización del Banque Rothschild llevada a cabo por el presidente Mitterrand – de mover operaciones importantes y el enfoque de sus negocios a los Estados Unidos. Time afirmó que ellos estaban cambiando el nombre de su dinámica firma de capitales de riesgo, New Court Securities to Rothschild, Inc y que se estaban apropiando del cargo del actual Jefe Ejecutivo, John Birkelund. [12]
Birkelund era alto y enérgico. Tenía unos ojos azules penetrantes, además de una pujante y fuerte ambición e inteligencia. Parecía frustrado con la idea de organizar y motivar al equipo de trabajo de Dillon Read, debido a la cultura de «club reservado” que se respiraba en la empresa. Mucho de su buena voluntad para tratar de hacer estas cosas, hizo que yo sintiera mucho aprecio por él, un sentimiento que no era precisamente recíproco. Por alguna razón, yo no era santa de su devoción. Nunca olvidaré uno de los primeros discursos que dio ante el grupo bancario. Estaba lleno de energía y dijo sus acostumbradas palabras de ánimo. Luego de decir una frase como “cuando uno se levanta en la mañana y se mira frente al espejo para afeitarse…”, de repente se quedó inmóvil en cuanto me miró (valga decir que era una de las pocas mujeres, o posiblemente la única, que se encontraba presente en la sala), pues temía que me sintiera ofendida por haber hecho referencia a una habitual costumbre masculina. Con la esperanza de que se sintiera un poco más cómodo, le dije bromeando: “No te preocupes John, las chicas también nos afeitamos”. El salón entero estalló en risas y John se sonrojó.
Cruising the Florida Keys 1984
Birkelund estaba sobrecargado de trabajo después de llegar a Dillon Read. En 1982, Nick Brady salió de la empresa, temporalmente, pues había sido nombrado por el gobernador de New Jersey para concluir la gestión del senador Harrison Williams (quien tuvo que dejar su cargo, debido a las acusaciones de corrupción que habían en su contra). Por otra parte, George Schultz salió de Bechtel para asumir el cargo de secretario de Estado durante el gobierno Reagan. Con Brady y Schultz en Washington D.C, la relación de Dillon Read con Bechtel se vio estancada. Luego de que Brady regresara en 1983, Birkelund estructuró la recompra de la empresa a los socios de Sequoia, así como la creación de proyectos significativos y las compras apalancadas. En 1986, Brady y Birkelund encabezaron la venta de Dillon Read a Travelers, la gran compañía de seguros de Connecticut que más tarde entró a formar parte de Citigroup. La relación con Travelers aumentó nuestros recursos de capital, lo cual nos permitió participar en capitales de riesgo y en negocios de compras apalancadas. En cierta medida, de no ser por el trabajo duro de Birkelund y su dictatorial sentido de la persuasión, Dillon Read se habría quedado atrás, durante el boom de los años 80.
Uno de mis directivos favoritos de Dillon Read era el hijo de un ex presidente de la firma, quien, por lo tanto, era extraordinariamente sabio en lo que se refería al accionar de la misma. Lo busqué luego de una pataleta de Birkelund y le dije que este no era para nada alguien del tipo “Brady ” y que estaba sorprendida con la elección de Nick. Mi colega me miró con sorpresa y dijo algo así como: “Brady no escogió a Birkelund. Birkelund es un hombre de los Rothschild”. Luego le pregunté qué tenían que ver los Rothschild con nosotros, si Dillon era propiedad de sus propios socios. El puso los ojos en blanco y se alejó como si yo fuera una intrusa que no podía colarse en los círculos de las clases sociales más adineradas y que no tenía la menor idea de qué o quién estaba realmente al mando de Dillon Read y del mundo.
Al fin y al cabo, incluso la revista Time había afirmado que la invasión Rothschild de Estados Unidos se encontraba en proceso. [13]